La democracia es un valor universal basado en la voluntad libremente expresada de los pueblos de determinar su propio sistema político, económico, social y cultural, y en su participación plena en todos los aspectos de su vida, así lo señala la ONU.
La percepción que tiene la juventud de la democracia hoy en día es importante e interesante para saber su punto de vista y poder llegar a ellos. Los jóvenes de ahora se han enfrentado a un periodo transformador del sistema político mexicano. Ellos poseen valores y tendencias ideológicas distintos a los de generaciones anteriores. Además, ejercen en forma diferente su ciudadanía.

México, sigue siendo predominante joven, con un 24.9% de su población entre 15 y 29 años, según datos del INEGI Censo de Población y Vivienda 2020, este sector enfrenta especiales desafíos para hacer escuchar su voz, ampliar su participación en las instituciones públicas y para su completa inclusión en los beneficios del desarrollo humano.
En la actualidad los jóvenes tienen un marco de referencia social, económico y político totalmente distinto al de la generación anterior, más tecnológico, que afecta al tipo de comunicación y la forma de relacionarse, más abierto, por las mismas posibilidades que ofrece la globalización y más democrático, por los procesos democratizadores que han creado instituciones y normas políticas más democráticas, con un mayor acceso a información relevante para decidir el voto, pluralidad de partidos y alternancia en los gobiernos.
La juventud se gobierna de forma distinta a los adultos, tiene una agenda pública propia, problemáticas específicas y acciones políticas conformes a un grupo de edad determinado.
Resulta cierto que en una gran mayoría de los jóvenes los sentimientos de rechazo y alejamiento de la política adquieren una especial intensidad. Como ocurre con el resto de la población, los jóvenes no se muestran contrarios. La construcción de una ciudadanía activa entre los jóvenes a los valores democráticos o al sistema democrático como tal, sino que manifiestan un creciente desinterés por todo aquello relacionado con la esfera institucional, debido entre otras razones, a la falta de conexión que ésta tiene con sus intereses específicos.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Valores en Juventud (ENVAJ) 2012, en la cual entrevistaron a jóvenes mexicanos de 12 a 29 años, los jóvenes en general, mencionan estar “poco” (46%) o “nada” (43.2%) interesados en la política. Estas percepciones parecen respaldar el supuesto de que los jóvenes presentan una extendida apatía hacia la política.
Sin embargo al cuestionar la razón del poco interés sobre la política, primeramente se hace referencia a un sistema político que se percibe integrado de políticos deshonestos (37.4%), en segundo lugar el poco interés sobre el tema (22.8%) y en tercer lugar se encuentra la percepción de una falta de comprensión de los temas políticos lo cual deriva un aislamiento o evasión del tema (22.7%).
Así mismo, calificaron la democracia que tenemos en México, en una escala de 0 al 10, con un promedio de 6.9.
No obstante, el apoyo a la democracia como sistema político se reduce entre los adolescentes. No está claro a primera vista si estamos ante un fenómeno de índole generacional o una cuestión relacionada con la evolución del ciclo vital.
La salud de la democracia depende, en gran parte, de los jóvenes. En la actualidad, hay 1.200 millones de jóvenes de 15 a 24 años, el 16% de la población mundial, la juventud es hoy el gran pulmón de la sociedad, señala el último informe mundial de la ONU sobre juventud y en él se reclama que las sociedades democráticas deben ofrecer oportunidades a cada nueva generación de jóvenes para expresar sus opiniones y para que sus intereses queden representados en los procesos legislativos.
Sin embargo, como se apunta en el informe, gran parte de la población joven mundial se siente desilusionada con la política general y en clara desventaja frente a los adultos en las leyes y medidas legislativas. Un desinterés que queda patente en el hecho de que, en la mayoría de las democracias establecidas, el descenso de votantes en una tendencia a largo plazo desde la década de los 80 y que ese descenso se concentra especialmente en los jóvenes. Según la encuesta presentada en el mismo informe en más de 33 países, solo un 44% de los jóvenes entre los 18 y los 29 años “siempre votan” frente al 60% de los ciudadanos del resto de rangos de edad.
De igual forma, señala otro de los fenómenos recientes en la política electoral de las democracias más maduras ha sido el fuerte declive de la participación en partidos políticos. Los miembros más jóvenes de la presente generación se muestran renuentes a comprometerse con instituciones políticas centralizadas y hereditarias que, consideran, no representan sus intereses, fundamentalmente, según recoge la misma estadística, porque son instituciones dominadas por gente demasiado mayor, masculina y procedente de ambientes de nivel económico medio o alto.
Con todo esto, existe una preocupación generalizada sobre el hecho que la política genera hoy más antipatía entre la juventud de todo el mundo y sobre el impacto negativo que esto puede tener en la gobernanza de la sociedad. Sin embargo, muchos analistas apuntan a que la participación política de los jóvenes no ha disminuido sino que ha evolucionado hacia nuevas formas.
Durante los últimos años, el mundo ha sido testigo de un cambio en el ámbito de lo político a las políticas, del compromiso con procesos electorales institucionalizados a una mayor implicación en propuestas de activismo, la gente joven se implica en la política a través de situaciones y problemas concretos, abrazando causas o asuntos que se convierten en personales y que se manifiestan a través de las redes personales potenciadas por las redes sociales en internet, añaden.
Es por ello, que es importante poner en evidencia la realidad, si las instituciones políticas existentes encajan cada vez menos en el propósito para el que fueron creadas, desvirtuadas por la falta de implicación pública, van a necesitar incorporar las nuevas formas de participación que los jóvenes están introduciendo si quieren seguir siendo relevantes.

Existe una necesidad urgente por parte de las instituciones democráticas de encontrar vías para comunicar e interactuar mejor con los ciudadanos jóvenes, y para ofrecerles oportunidades más efectivas para influir en las políticas a nivel local, regional y nacional.
En este sentido, el Informe Mundial de la Juventud, presentado por la ONU, aporta tres recomendaciones hacia las instituciones para potenciar la relación con la población más joven.
En primer lugar, reforzar la comunicación interactiva, ya que existe una necesidad de prestar más atención a los asuntos que interesan a los jóvenes y priorizar sus preocupaciones; comunicar interactivamente con ellos cara a cara, vía internet y a través de las redes sociales y reengancharse al apoyo de los jóvenes para encontrar soluciones a los problemas que les afectan.
Como segundo punto, empoderar a los jóvenes a través de sus redes, aprovechar el contacto entre iguales para fomentar la participación política de los jóvenes.
Por último, mejorar la representación de los jóvenes y la política de la presencia, en este punto el informe considera urgente considerar medidas para mejorar la representación de los jóvenes y, en concreto de las mujeres jóvenes, en los parlamentos nacionales y en el resto de cuerpos de decisión.
Algo que se puede lograr de diferentes maneras, por ejemplo, dando pasos hacia el establecimiento de cuotas, desarrollado listas de mujeres y asegurando una presencia igualitaria de mujeres y de los grupos socioeconómicos más desfavorecidos en las ramas juveniles de los partidos y en los cuerpos de representación de los jóvenes (como los parlamentos juveniles y los consejos).

Con estos tres puntos, debe asegurarse que una educación efectiva y estandarizada en ciudadanía se incluye en todos los niveles educativos, de primaria a secundaria. Está comprobado que un mayor conocimiento y práctica de democracia en ambientes de apoyo puede fomentar la participación cívica y política.
Se reafirma entonces la necesidad de fortalecer sistemas de gobernabilidad democrática participativa e incluyente que respondan mejor a las demandas ciudadanas. Hoy en día se pide llamar la atención de modo particular sobre los jóvenes, subrayando que se debe dar respuesta también a su diversidad de género y étnica, como también a quienes encuentran mayores dificultades por carencias económicas o educativas o marginación. Lo anterior, considerando que la participación de las y los jóvenes constituye un camino esencial para avanzar hacia una democracia de ciudadanía, lo cual requiere un compromiso firme de todos los actores de la sociedad para promover liderazgos emergentes que contribuyan a una mejor calidad de nuestras democracias.
Podemos concluir que con lo anterior, debemos tener en cuenta que la juventud de México necesita espacio para la participación comunitaria, como actores estratégicos de la transformación.