Hoy en día, en muchas zonas del país, la violencia, la inseguridad pública y la incertidumbre acerca de la aplicación justa y eficaz de la ley forman parte de algunos de los principales obstáculos para el pleno desarrollo de los mexicanos. No podemos aspirar a una vida digna, tranquila y productiva mientras en algunas ciudades y comunidades del país los ciudadanos vivan con miedo a salir de casa, a dejar solos a sus hijos, a caminar por las calles.
Los mexicanos aspiramos a vivir en un país seguro en el que estén plenamente garantizados y protegidos nuestros derechos, en el que prevalezcan el orden y el absoluto respeto a nuestra integridad y propiedad, en el que se aplique la ley a todos por igual.

La confianza en las instituciones es un indicador de estabilidad en una democracia. Sin embargo, sólo una minoría de mexicanos confiamos en nuestras instituciones, pues consideramos mayoritariamente que son corruptas.
La corrupción ha sido un problema permanente de nuestra sociedad. Este mal ha penetrado las grandes esferas de toma de decisiones y afectado buena parte del quehacer cotidiano, haciendo de la injusticia y la impunidad dos de los más grandes obstáculos para nuestro desarrollo como nación.
Por otro lado, las formas tradicionales de representación política están bajo una presión creciente en todos los países, la mayoría de los ciudadanos tiene poca confianza en los partidos políticos. El International Institute for Democracy and Electoral Assistance (International IDEA), menciona que diversos instrumentos sociales de todo el mundo indican que los partidos políticos se encuentran entre las instituciones menos confiables de la sociedad. Sin embargo, esto también refleja una forma cada vez más crítica de pensar entre los ciudadanos y, por lo tanto, representa un incentivo positivo para las reformas y la transformación de los partidos políticos y la política en general.
En este contexto, el hecho de que los partidos políticos no representen adecuadamente a los diferentes grupos de la sociedad, la falta de inclusión, la incapacidad de dar respuesta a las demandas de los ciudadanos y la evidencia de corrupción persistente, erosionan la confianza en ellos.

Por tal motivo, cada vez se vuelve más evidente que aspiramos a vivir en un México donde haya confianza plena en nuestros servidores públicos y en nuestros gobernantes, en quienes son responsables de nuestra seguridad y en quienes tienen a su cargo la impartición de la justicia. El absoluto respeto a los derechos humanos de cada mexicano debe ser una realidad permanente.
Queremos una nación donde existan espacios de participación para que los ciudadanos puedan colaborar en la prevención del delito y la inseguridad, así como en la evaluación de nuestros órganos de procuración e impartición de justicia. Deseamos un México convencido de que observar la ley es una condición necesaria para generar y obtener mejores condiciones de vida para cada mexicano.
El Edelman Trust Barometer, en este año 2021, ha monitoreado los niveles de confianza de la población de más de 20 países en cuatro instituciones: gobierno, empresas, ONG y medios de comunicación. El estudio para México revela que las personas no saben en dónde buscar información confiable ni a quién recurrir para obtenerla. La pandemia global de información, conocida como infodemia, ha perjudicado la confianza en las fuentes de información, donde las redes sociales (47%) cayeron 14 puntos, posicionándose como el medio menos confiable, por debajo de los medios tradicionales (62%) y de los medios propios (64%). Por su parte, los motores de búsqueda (70%) tuvieron una caída de siete puntos, pero se mantuvieron como el medio más confiable en el país.
En México, la confianza en empresas fue la menos volátil durante el último año, manteniendo un nivel positivo de confianza del 71%: fueron la única institución en ganar puntos desde la última edición del estudio (+1pt.), mientras que las otras instituciones tuvieron caídas significativas en puntajes. Es la primera vez en los últimos cinco años que las ONG bajan al segundo sitio de confianza, con el 67%, mientras que los medios de comunicación obtuvieron 53%, catalogándolas como instituciones con confianza neutra. El gobierno es la única institución que se encuentra en terrenos de desconfianza en México (44%), con 12 puntos menos desde la medición de mayo de 2020.
El sistema político del futuro en México, tendrá que ser muy distinto al del pasado. El Centro de investigación para el desarrollo (CIDAC) señala, que el futuro va a demandar de los políticos una atención cotidiana hacia sus representados, donde todos los ciudadanos, cada uno a su nivel, tendrá la posibilidad de hacer sentir sus preferencias y deseos. Los legisladores tendrán claridad de mira, toda vez que enfrentarán las demandas del ejecutivo, las presiones de sus propios votantes y las exigencias. Por su parte, el ejecutivo se verá limitado por la capacidad de los legisladores para comprender la complejidad de su propia visión. Será un sistema mucho más complejo que el de antes, pero inherentemente más estable.
Una pregunta importante es si habrá la sabiduría para articularlo y, sobre todo, la conciencia para no desarrollar un nuevo ente imposibilitado, sino un sistema dinámico que incentiva la participación de todos, en un entorno de gobernabilidad. Queríamos democracia, ahora hagámosla funcionar todos, tanto los funconarios como nosotros como ciudadanos.
El porvenir de una nación democrática no es resultado de la casualidad; es producto de la libertad, la unidad, el entendimiento, la inteligencia y la determinación de sus ciudadanos. Más que un resultado fortuito, el éxito de un país está determinado por lo que su sociedad y su gobierno son capaces de planear, prever y decidir. Por eso, si pretendemos conducir a México al futuro, necesitamos definir una visión común del país que queremos para las próximas décadas y ponernos a trabajar con determinación para hacerla realidad.
Es responsabilidad desde las más altas esferas de la representación política fortalecer la confianza en las instituciones, pues la desconfianza desgasta su buen funcionamiento. En México, sin embargo, parece suceder lo contrario hoy en día, desde la presidencia de la República se promueve un discurso que señala la total presencia de corrupción en las instituciones del Estado. Esta posición merma la confianza en el propio gobierno.
La falta de confianza debilita el entusiasmo de los ciudadanos para apoyar al gobierno en la búsqueda de soluciones a la corrupción según Leonor Ortiz Monasterio y Maite Laris García Urtiaga. En concordancia, este gobierno no ha mostrado interés en diseñar e implementar estrategias institucionales para acabar con la corrupción. Sin embargo, muchas de estas estrategias han quedado, hasta ahora, en el discurso.
Esta crisis también nos ha hecho soñar y pensar en el México que muchos de nosotros queremos. Con un Estado de Derecho que garantice las libertades. Que sea plural, con equilibrio de poderes, con instituciones autónomas fuertes y en el que haya plena colaboración entre los distintos órdenes de gobierno y entre los sectores productivos.
Un México con elecciones democráticas, libres, justas y equitativas que definan el rumbo que la mayoría quiera, pero en el que siempre se respeten y protejan los derechos de las minorías. Con medios de comunicación independientes, que informen cabalmente y contribuyan a la rendición de cuentas de las autoridades.
Un país de ciudadanos comprometidos, en el que cada uno asuma las responsabilidades que le correspondan. En el que todos, empezando por los funcionarios de los distintos órdenes de gobierno, destaquen por su honestidad y que, sin debilidades ideológicas, mantengan sus obligaciones y prioridades hacia lo verdaderamente relevante: el progreso del País y el bienestar de los mexicanos.
A lo largo de la historia, ha habido una construcción de la participación a través de las instituciones, compleja, llena de problemas y que no ha terminado por consolidarse en una vía institucional.
En el transcurso del tiempo es posible que los partidos vayan a hundirse porque va a haber muchas formas de intermediación, va a haber muchas formas sobre todo ahora con los medios electrónicos, como las redes sociales que cada vez están más activos en política, para hacer propaganda que esta censurada en otros medios como la televisión, la radio, los periódicos, etc. Es posible y más seguro que los partidos no van a desaparecer, pero los ciudadanos si nos podemos encargar de que o bien cumplan con su responsabilidad o presionar para que las leyes que ellos finalmente firman y deciden sean más acordes con las opiniones de las mayorías.
Finalmente todos los mexicanos queremos y anhelamos un futuro mejor, un futuro donde la seguridad, el empleo, la igualdad de oportunidades, el desarrollo sustentable, la democracia efectiva sean características de esta gran nación y un logro de los mexicanos. Para alcanzar el futuro que anhelamos, necesitamos levantar la mirada por encima de diferencias, desencuentros, coyunturas o ciclos de gobierno. El reto que enfrentamos es hacer del acuerdo la base de la unidad en la diversidad. Hasta ahora como un primer y muy importante paso se debe definir de manera colectiva la visión del México que queremos, y las metas que nos planteamos. Es momento de iniciar el camino hacia el logro de ese objetivo. Esa también debe ser una tarea colectiva. Es necesario reunir los temas que la sociedad considera prioritarios y avanzar hacia la consecución de los resultados que deseamos para nuestra nación.
Es necesaria también la política, el diálogo y el acuerdo. Sólo por esa vía será posible impulsar las reformas que México requiere para seguir avanzando en la dirección correcta. Sólo el diálogo franco y abierto nos permitirá sumar esfuerzos para construir, con responsabilidad y compromiso, el país que queremos.